El día que conocí a Sergio
La casa de Hermes es un llamamiento a la libre expresión del pensamiento, los sentimientos y las emociones. No es más que una llamada al sano ejercicio de la libertad del pensamiento individual y colectiva a través de textos poéticos, ensayos, artículos, imágenes,canciones, músicas.... documentos que permitan al lector, a su manera,contar con algunas piezas más del inmenso mosaico que representa nuestro pensamiento y sus dimensiones infinitas.
(...) Verdaderamente hay dos clases de locura: una, la que las Furias
engendran en el infierno cada vez que lanzan las serpientes que despiertan
en el pecho de los mortales la pasión de la guerra, la inextinguible sed del
oro, un indecoroso y abominable amor, el parricidio, el incesto, el sacrilegio,
y cualquier otro designio depravado; o cuando alumbran la conciencia del
culpable con la terrible antorcha del remordimiento. Pero hay otra locura
muy distinta de ésta, que precede de mí y que es apetecida por todos.
Normalmente se manifiesta por cierto alegre extravío de la razón que al mismo
tiempo libera al alma de sus angustiosas preocupaciones y devuelve el
perfume de múltiples deleites. Este extravío es el que, como supremo don de
los dioses, pedía Cicerón, cuando escribe a Atico, para que pudiera perder
la conciencia de sus numerosas adversidades. Tampoco lo consideró como
un mal aquel argivo que había estado loco hasta el punto de que pasaba
días enteros solo en un teatro riendo, aplaudiendo y divirtiéndose, porque
creía ver representar admirables comedias, cuando no se representaba absolutamente
nada, y en cambio era muy cuerdo en todos los demás menesteres
de la vida, "alegre con los amigos, bondadoso con su esposa, indulgente
con sus criados, con los cuales nunca se enfadó porque le hubieran
destapado una botella". Este, pues, gracias a los cuidados de su familia y a
los medicamentos que le recetaron, recobró el juicio, y cuando estuvo totalmente
sano se lamentaba así: "Por Polux, amigos míos, que me habéis matado,
y en modo alguno me habéis salvado al arrebatarme el placer y forzarme
a abandonar una gratísima ilusión de mi espíritu". Decía bien: ellos eran los
dementes y los que más necesitaban el eléboro, por haber creído que, como
si se tratara de una enfermedad, tenían el deber de aplicar el remedio a
locura tan feliz y divertida.
Desiderius Erasmus Rotterdamus (Erasmo de Rotterdam1466/69 - 12 de julio de 1536). Humanista, filósofo, filólogo y teólogo
holandés,).
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios
Martirios, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él, las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano
Y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro el bueno tan lejos del malo
Cuando miro el fondo de tus ojos claros
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida, gracias a la vida
Composición: Violeta Parra.